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                   EL TIRO POR LA CULATA

 

Querida amiga:

               Ha tiempo he deseado hacerte una pregunta.  El porqué no lo he he hecho hasta ahora lo desconozco, el conocer la respuesta me quitará un peso de encima y podría yo sobrellevar los días con más calma, la que he perdido.  Tu forma de ser, además de otra serie de atributos me han ligado a ti con la suficiente  fuerza para hacerte mi confidente.  Repito:  son tantas las noches que he pasado en vela por la ansiedad que me provoca tal interrogante que creo que moriré de angustia si no sé la respuesta.  Espero no tomes a mal la misma;  Vivian, ¿crees que Lassie pudo haberse casado con Rintintín?  Contéstame por favor o guarda silencio para siempre. 

 

                                                            Tu compañero,

                                                                Enrique.

 

¡Qué más se inventará éste para conquistarme! le digo a Eva.  Verdaderamente no hay que quitarle qu es bien original, me contesta.  Debe ser un hombre bien interesante... Con un hombre así yo sueño para que sea mi dueño, sensual y varonil... el usa Pus de Mapeyé...  Con esos papelitos que te manda tan serios y filosóficos unos y tan graciosos otros, tal parece que son dos personas distintas.  Es que es un típico sagitariano, le digo yo.  ¡Muchacha, no te metas en la boca del lobo!, me dice Eva.  ¡Qué va!, con esta chatita no.  El profesor Estrella, de la revista Frivolidades, dice que el hombre de sagitario es bien parecido; yo no le veo la belleza por ningún lado, me dice Eva; es que la tiene en el cerebro, le digo yo.  Se le conoce como filósofo y contínuamente está explorando nuevos mundos e ideas y buscando aventuras alrededor de la Tierra.  ¡Ah!, por eso quiere tener una contigo, recalca Eva, pero se montó en clavo caliente, le digo yo.  Dice también el profe que en todo lo que hace muestra un profundo amor a la vida, busca con avidez la mejor manera de  vivir y trata sinceramente de hacerlo con toda intensidad.  Y para que lo compruebes, ¡mira! Eva, mira el otro papelito que me mandó:

 

   El compás de la espera lo impone el tiempo, supremo guerrero que nos martiriza en un ataque constante y despiadado.  Ante él, luchar es la respuesta, viviendo con toda intensidad, no languideciendo.  Si ante la injusticia del tiempo se hace necesario sólo vivir con intensidad, momento a momento, estemos dispuesto a ello.  Hasta dentro de la anarquía de la vida vivo con intensidad y sé sacarle lo mejor a esa amargura que en mí es constante, perenne.  Sufro, pues la causa es justa y meritoria, ¿hasta cuándo?... hasta siempre.  Enrique.

 

       Mija, prepárate, me dice Eva, tanto vivir con intensidad que es babosería nada más, y tanto cuento chino es pa' que te acuestes con él; y cuídate cuando te hable de intensidad porque en intensivo está él, y haaaaaceeee tiempo.  ¡No, si eso lo sé yo! pero te digo Eva que conmigo si es verdad que no.  ¡Mira, que se creerá ese viejo tan feo, gordo y pamplón!  (sigo leyendo)       

     "El sagitariano es tan amigable que puede ser algo difícil encontrar alguna oportunidad para estar a solas con él, con el fin de conocerlo mejor".   ¡Guuuaaauuuuu! esto se está poniendo provocante, verdad Eva, ten cuidado Vivian, me contesta, no juegues con fuego que te puedes quemar.  El que se puede quemar es él, le digo. " ¿Cuál es el secreto de su encanto?  Quizás esté en su sinceridad y optimismo, él piensa que la vida puede ser divertida y trata de vivirla así".  ¡Sí!, si se cree que se divertirá conmigo se morderá un ojo y se dará contra la pared. Es que los hombres juran que todavía nosotras creemos en el cuento de la Cenicienta o en el de la Bella Durmiente. 

 

     Bueno, como te la pasas viendo novelas, me dice Eva, pero es porque soy una actriz frustrada, le digo yo. "Precisamente ese es el problema cuando se trata de manejar un romance en serio con un sagitariano, puede ser un rompecorazones, porque para él el romance puede no significar más que una fiesta agradable o un juego de destreza física..."  Si Enrique es así se encontrará con la horma de su zapato porque a mí no me romperá el corazón; ya verás como se cansará de mandarme papelitos y de inventarse chistes mongos y de filosofar acerca de la vida porque a mí no me convencerá.  Más sabe el diablo por viejo que por diablo, me dice Eva, ¡sí!, pero a cada cerdo le llega su nochebuena, le contradigo yo.  Y éste está a nivel de varita, me contesta.  ¡Cómo se puso cuando me oyó contándole a Luci como pasé la noche con un jebo!  La envidia se le salía por los poros.  Cuando describí los besos apasionados que nos dimos, allá salió  él recitando... hay quien diga que tu boca un cielo chiquito es, suba mi boca a ese cielo aunque se caiga después.  ¡Qué tipo más cursi!, ¿verdad, Eva?  El pasme que se dio cuando le contesté... si un viejo te pide un beso no se lo vayas a dar porque los besos de viejo saben a huevo sin sal... Digo, a quién  le amarga un dulce, reconozco que soy una dulcetentaciónholsum, pero conmigo no.  

 

        Yo sé lo que él quiere, lo más seguro su mujer se puso en huelga por lo marginada que la tendrá y quiere curarse conmigo porque hará tiempo que no ve ni un pelo,  ¡tremendo revolú!  Entonces querrá que tome pastillas porque esos viejos no usan condones porque dicen disque no es lo mismo, que no se siente igual, puuuuuuriiiiiiitiiiiitooooo macho, y no pienso tomarlas, ¡no! así me lo pidiera el Príncipe Carlos o John John Kennedy que ése sí que es una tentación, porque he leído que hacen mucho daño, el 80%  de las mujeres con cáncer en el seno las usaban y también el 75% de las que les hicieron histerectomías.  ¡Qué chévere! una se fastidia por ellos tomándoselas por diez o quince años, después viene la mastectomía y entonces como una ya no sirve según ellos, se buscan a otra que las tenga completitas y chijí chijá aquí no ha pasado nada.  ¡No! a mí ningún hombre me usará como si yo fuera una cosa.  ¡Muchacha, te montaste en tribuna!, me dice Eva, es que me sale lo de negra, le digo yo.      Y además, los hijos son responsabilidad de los dos y nosotras somos las reproductoras así es que nuestro cuerpo debe cuidarse más para que esté en óptimas condiciones cuando se decida una a abrir la fábrica porque también, para el colmo, si naciera el bebé con cualquier defecto le echan la culpa a una y hasta la abandonan y se desaparecen del mapa.  O sea , que como quiera tendríamos las de perder.  Ya está bueno de abusos, se creerá Enrique que me las paso soñando con pajaritos preñaos, ¡no! si yo conozco todos los truquitos.  Nadie aprende por cabeza ajena, me dice Eva, ¡sí!, pero para muestra con un botón basta, le digo yo.  ¡Mira el acróstico que le preparé!:

 

 

            E stá mi corazón en angustia y desconsuelo

            N arcotizado por ridículas palabras

            R epertorio de un viejo ya caduco

            I nsolente, insoportable y bien bruto

            Q ue cree que con estúpidas notitas

            U fano, arrogante y pretencioso

            E ngañará a esta inflexible señorita

 

                                    No te vistas que no vas.  Tu adorado tormento, Vivian.

 

Que como dicen por ahí a otro perro con ese hueso.  Te estás metiendo en camisa de once varas, me dice Eva, ¡sí!, pero él no sabe que soy un hueso duro de roer, le  digo yo y más que me enteré de la pata de la cual cojea.  Creo que fue una indirecta que me tiraron, un bombo al picher, como quien no quiere la cosa.  ¿Se habrán dado cuenta ya?  Es que la gente vive para estar pendiente de la paja del vecino, ¿qué paja?, me pregunta, Eva; chica, la del ojo, le digo yo, no te hagas la sorocloca.  Decían que cuando Enrique dirigió el Departamento en Bayamón enamoró a una secretaria que era casada, pero la pobre tenía problemas con el marido.  Enrique se aprovechó de la situación, la engatuzó y ésta hasta dejó al marido porqu creyó en las villas y castillos que aquél le prometió.  Las lenguas más viperinas comentaron que él le habló de divorcio y todo y la muy ingenua cayó, pero de divorcio nada, oséase, que se quedó sin la soga y sin la cabra y para el colmo la despidieron.  ¡Pero conmigo no! que le dé gracias a Dios que hasta ahora todo lo he tomado a broma, pero si me sigue fastidiando le monto un caso por hostigamiento sexual y se lo lleva quien lo trajo.  Con ese historial quien mete un pie al bote, en guerra avisada no muere gente...

 

y Eva me dice otra vez que nadie aprende por cabeza ajena.  Es que son muchas las cabezas, le digo yo.  También me enteré que hubo otra víctima en este departamento... la pobre chica se estaba quedando para vestir santos y parece que pensó jamona sí pero señorita no, y creyó que él era su salvación... y lo fue para aquello de saber lo que era acostarse con un hombre porque de lo demás... nacarile del oriente.  La muchacha lloró y lloró hasta que se cansó porque no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista.  Pero lo más que me saca de quicio es que haya quien lo defienda.  Dicen que tiene un trauma sicológico por una experiencia en su adolescencia.  Cuentan las malas lenguas y la mía que no es muy buena lo repite, que cuando estudiaba en la escuela superior vio a su mamá con un hombre, que por supuesto no era su papá, paseándose en un carro de lo más acaramelada y que por esta razón odiaba a las mujeres.  Y entonces resulta que la mala es la mamá, nadie sabe lo que tiene la olla más que la cuchara que lo menea, me dice Eva; a menos que Enrique no hubiera pasado la etapa fálica de la que hablaba Freud y todavía de adolescente sufría del complejo de Edipo.  Esas teorías están obsoletas, le digo yo, desde que se inventaron las excusas, lo que pasa es que es puro macho.  ¡Déjalo, déjalo que se meta conmigo! que se arrepentirá una y mil veces.  Es más la próxima vez que me invite a salir le diré que está bien.  Vivian, mira que no es lo mismo llamar al diablo que verlo venir, me aconseja Eva, sin sospechar  que ya, desde hacía mucho tiempo me había salido el tiro por la culata.

               

  Aracelis Nieves-Maysonet    escritora puertorriqueña       Literatura Puertorriqueña           escritora feminista              Latina Author

 

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